Genios de la moda: Auge y caída de los grandes diseñadores
Siempre me ha parecido curioso como estos grandes hombres que revolucionaron la moda desde los 80´s hasta los 00´s acabaron con una etapa de forma tan abrupta, genios que se elevaron a los cielos para luego descender a los infiernos. Obviamente hablo de Alexander Mcqueen, John Galliano, Tom Ford, Marc Jacobs, Martin Margiela y la lista continúa.
Grandes nombres que elevaron la moda a la categoría del arte y deslumbraron a una generación con sus creaciones, pero su paso por la grandeza también marcó su destrucción como personas.
Algunos se retiraron del ambiente creativo, otros cambiaron para no volver a ser los mismos, y algunos lamentablemente también dejaron el mudo terrenal, en busca de la paz que no encontraron en vida.
Para la periodista Danna Thomas, todo este desenfreno comenzó en la misma época en que las grandes casas de la moda salieron a la bolsa y se convirtieron en marcas globales multimillonarias.
Christian Dior Alta Costura Primavera 1998 muestran . © Stephane Cardinale / Sygma / Corbis |
A partir de los 80´s se produjo un cambio de ciclo en la junta directiva de las principales casas de moda. De familias aristocráticas, burguesas y amantes del arte, las casas pasaron a ser dirigidas por gerentes que nada tenían que ver con la moda o el lujo, gente que venía de industrias de consumo masivo o productos congelados, pero con un éxito y visión comercial innegable.
La moda como negocio:
Este es el caso de Bernard Arnault, Director general de LVMH, cuyos comienzos se remontan a la ingeniería y construcción inmobiliaria. En esa época Arnault, era un conocido tiburón de las finanzas que hizo sus primeros millones vendiendo apartamentos turísticos antes de convertirse en el hombre más rico de Francia.
Fue entonces cuando decidió invertir en marcas de moda francesas devaluadas y malbaratadas, pero con un nombre histórico.
Andrea Renault / Globe Photos / Cortesía de Penguin Press |
Obviamente el resultado de esta estrategia fue un gran éxito comercial que llevó al estrellato a estos jóvenes, pero que terminó abruptamente en los dos mil cuando se produjo un cambio de ciclo para los visionarios de la moda, tras décadas de excesos el modelo de trabajo se hizo insostenible.
Lo realmente trágico es que quienes pagaron la factura fueron los diseñadores que nos hicieron soñar. Durante esta época Christian Lacroix cerró en 2009, Martin Margiela quien ya se había vuelto hermético, se terminó por asquear del mundo de la moda y se retiró.
Tom Ford cayó en depresión, Marc Jacobs fue a rehabilitación dos veces y Therry Mugler se retiró. Pero las dos historias más icónicas de esta era fueron las de John Galliano y Alexader McQueen, ambos tremendamente talentosos, con grandes similitudes y con adicciones muy conocidas.
“Galliano y McQueen aguantaron más tiempo que la mayoría de sus colegas de profesión simplemente porque eran dos de los egoístas más fuertes y decididos de los muchos que hay en el mundo de la moda”, sentencia la periodista Danna Thomas.
El primero protagonizó un escándalo racista en una combinación de alcohol y pastillas que lo llevó a salir abruptamente de Dior en 2011. Tras años de silencio, hoy en día se aleja por completo de las cámaras y solo sabemos de él por su trabajo en Maison Margiela.
Según el ensayo de Thomas, cuando Galliano empezó diseñaba dos colecciones al año. En el momento de despido, supervisaba la impresionante cantidad de 32 colecciones al año. A ello hay que sumarle las presiones comerciales de vender, ser comercial y tener una vida social activa que diera titulares.
La nota trágica la daría McQueen, pero lo cierto es que su vida personal siempre estuvo cargada de episodios difíciles desde su infancia.
El declive del diseñador comenzó a hacerse cada vez más evidente para su entorno y para el público, adelgazó bruscamente, comenzó a abusar de las drogas y fantaseaba con la idea del suicidio, algo que llevó a cabo el 11 de febrero de 2010.
Este fue el fin de una era, supongo que los 00´s fue solo el resultado de años de excesos, la factura que teníamos que pagar por los excesos cometidos en el pasado. Lastimosamente los únicos que pagaron el precio fueron los artistas y diseñadores.
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