El informe anual Global Slavery Index 2018, puso al descubierto el secreto a voces más temido dentro de la industria de la moda, la esclavitud que millones de mujeres y niños padecen dentro de la cadena de suministro de las grandes empresas textiles.
Detrás de cada prenda hay una historia diferente, que va desde el sueño de un diseñador o emprendedor hasta la pesadilla cotidiana de millones de personas en países cuya pobreza y falta de un marco legal propicia el desarrollo de un sistema de trabajos forzosos e inhumanos.
Un nuevo estudio publicado por Walk Free Foundation, identificó a la moda como una de las cinco industrias clave que contribuyen a la esclavitud moderna, en su nuevo informe Global Slavery Index 2018, conjunto con otras manufacturas menos glamurosas como la de la electrónica, el cacao, la caña de azúcar y el pescado.
¿Quién lo diría, no? Ese es el secreto a voces más conocido en la industria, por el cual los gobiernos, los empresarios y los consumidores hacemos de oídos sordos, y volteamos la vista hacia nueva rebaja de temporada.
Dentro del informe se define a la esclavitud moderna como “situaciones de explotación en las cuales una persona no puede rechazar o abandonar su labor debido a amenazas, violencia, abuso de poder o engaños”. Los países donde aún prevalece la esclavitud casualmente también poseen instituciones débiles y leyes tan pobres como su población, como es el caso de Corea del Norte, Burundi y Eritrea, los tres países principales, pero no es una realidad tan lejana, esto también sucede en países tan cercanos como Argentina y Brasil.
El estudio estima que hoy en día 40.3 millones de personas son esclavizadas en todo el mundo, de las cuales el 71% de los afectados son mujeres, pero esta es solo la punta del iceberg de un problema aún más grave.
Informes publicados por Unicef también revelan que el 11% de los niños del mundo se ven obligados a trabajar y muchos de estos infantes laburan dentro de la cadena de suministro de la moda, haciendo los textiles y las prendas de vestir que satisfacen la demanda de los consumidores en Europa, Estados Unidos y de otras economías crecientes.
FAST FASHION Y EL CONSUMO DESMEDIDO
La industria de la moda y los consumidores, en igual manera, somos culpables de beneficiarnos del trabajo de esclavos. Este consumo desmedido, en parte se debe al fenómeno del “fast fashion” (moda rápida), popularizado por las grandes cadenas como Zara y H&M.
Por otra parte, a nivel histórico otro de los grandes factores fue el estancamiento económico de los años setenta, cuando las grandes marcas de moda viraron su objetivo hacia la cantidad y no calidad; las empresas empezaron migrar hacia países con mano de obra más barata que le ofrecían reducir sus costes de producción considerablemente. De esta forma se combatió la fuerte crisis económica mundial y, poco a poco, las pequeñas firmas siguieron el ejemplo de las más grandes. Así occidente logró satisfacer su demanda base de explotar a estos países.
Actualmente la moda es una industria valorada en 30 mil millones de dólares, según datos del Departamento de Estado de EE.UU, en un sistema tan grande las nebulosidades y falta de transparencia son terreno fértil para este tipo de abusos.
Dentro del informe publicado por Walk Free Foundation, se establece que de los $ 354 mil millones de dólares importados en los países del G20, representantes el 80% del comercio mundial, las prendas de vestir figuraron con un total de $ 127,7 mil millones en importaciones potencialmente fabricadas con mano de obra esclava.
UNA CADENA DE SUMINISTRO NEBULOSA
Es sabio notar que en una industria de tal envergadura y con tantos peces gordos, muchas de las grandes compañías de moda no tienen el control total sobre sus complejas cadenas de suministro y esta dificultad propicia el escenario perfecto para que empleadores abusivos se salgan con la suya, lo que hace posible estas practicas inhumanas como la esclavitud, trabajo infantil y tráfico de personas.
No se trata de ser abogado del diablo, pero durante gran parte del trabajo y el proceso creativo de una colección de ropa se subcontrata a varios proveedores que se encargan de supervisar cada uno de los pasos que van desde la materia prima hasta la pieza final, lo cual le dificulta a las grandes firmas cerciorarse por completo de cada pequeño detalle. Eso hace posible emplear esclavistas sin que las compañías lo descubran.
Si bien el estudio no culpa a ninguna firma en concreto en el pasado grandes empresas como la española Inditex, se han visto salpicadas por no garantizar las condiciones laborales de sus trabajadores en Asia.
El trabajo por hacer es titánico y no dará resultados a corto plazo, pero acciones concretas como la tomada en 2017 por Inditex, Gucci y Levi’s en conjunto con la Walk Free Foundation, es un pequeño paso para erradicar el abuso desmedido en las plantaciones de algodón no ético (uno de los eslabones más bajos dentro de la cadena de suministro).
En la actualidad, los problemas a los que se enfrenta la industria de la moda son complejos. Queda de parte de nosotros los usuarios fomentar la conciencia colectiva, comprar de manera responsable y exigirle a las grandes marcas más acciones en concreto, al fin y al cabo hoy más que nunca estamos en una era donde la opinión de los consumidores es altamente valorada. Entonces ¿Seguiremos tapando esta problemática entre toneladas de ropa? O ¿esperaremos a que suceda otro desastre como el de Rana Plaza, para volver sentir la responsabilidad colectiva?
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